El caminante y el sátiro

Un día, un caminante que viajaba por el bosque se encontró con un sátiro, una criatura mitad hombre y mitad cabra. El sátiro, que era muy hospitalario, le invitó a pasar la noche en su cueva. El caminante aceptó y se dirigió con él hacia su morada.

En el camino, el caminante se puso a soplar con su boca para calentar sus manos, que estaban heladas por el frío. El sátiro le preguntó por qué hacía eso y el caminante le dijo que era para entrar en calor.

Cuando llegaron a la cueva, el sátiro le ofreció al caminante una sopa caliente para cenar. El caminante cogió el plato y se puso a soplar de nuevo con su boca para enfriar la sopa, que estaba muy caliente. El sátiro le preguntó por qué hacía eso y el caminante le dijo que era para no quemarse.

El sátiro se quedó asombrado y enfadado por el comportamiento del caminante. Le dijo que no podía confiar en alguien que tenía dos bocas tan distintas, una para calentar y otra para enfriar. Y lo echó de su cueva sin más contemplaciones.

Un hombre caminando con un sátiro al lado

La moraleja de esta fábula

Es que no debemos ser incoherentes ni falsos con nuestros actos y nuestras palabras. Debemos ser honestos y sinceros con nosotros mismos y con los demás.

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