Había una vez un joven que era muy perezoso y descuidado. No le gustaba trabajar ni estudiar, y siempre se pasaba el día durmiendo o jugando. Un día, se encontró con una moneda de oro en el camino, y se alegró mucho. Pensó que era una señal de que la fortuna le sonreía, y que no necesitaba esforzarse para conseguir lo que quería.
Con la moneda de oro, se compró un vestido nuevo y se fue a pasear por la ciudad. Se sentía muy orgulloso de su suerte, y miraba con desprecio a los demás. Al llegar a una plaza, vio un pozo con agua fresca y cristalina. Tenía sed, así que se acercó al borde del pozo para beber. Pero estaba tan cansado de caminar, que se quedó dormido al borde del pozo, sin darse cuenta del peligro que corría.
La fortuna, que pasaba por allí, le vio y se compadeció de él. Sabía que si se caía al pozo, se ahogaría y perdería la vida. Así que le despertó con una voz suave y le dijo:
- Joven, ¿Qué haces durmiendo al borde de este pozo? ¿No ves que estás en peligro de caerte y morir? Si eso sucede, no podrás culparme a mí, sino a tu propia imprudencia. Yo te di una moneda de oro, pero tú no supiste aprovecharla. En vez de usarla para mejorar tu vida, la malgastaste en vanidades. En vez de ser agradecido y trabajar duro, fuiste soberbio y perezoso. Ahora estás solo y sin nada. Levántate y aléjate de este lugar, antes de que sea demasiado tarde.
El joven se despertó sobresaltado y vio a la fortuna frente a él. Se avergonzó de su descuido y de su conducta. Se dio cuenta de que había desperdiciado su oportunidad y de que había sido un necio. Se levantó rápidamente y se alejó del pozo, prometiendo cambiar su vida.
La moraleja de esta fábula
No debemos echar la culpa a la fortuna de nuestros errores o desgracias, sino que debemos ser prudentes y responsables de nuestras acciones. La fortuna puede favorecernos o no, pero depende de nosotros aprovecharla o no.
¿Qué nos enseña la fábula el muchacho y la fortuna?
Esta fábula nos enseña que no debemos echar la culpa a la fortuna de nuestros errores o desgracias, sino que debemos ser prudentes y responsables de nuestras acciones. La fortuna puede favorecernos o no, pero depende de nosotros aprovecharla o no. También nos enseña que no debemos ser perezosos ni soberbios, sino que debemos trabajar duro y ser agradecidos por lo que tenemos. La fábula nos invita a reflexionar sobre cómo a veces nos quejamos de la mala suerte, cuando en realidad somos nosotros los que actuamos con negligencia o falta de atención.
No hay comentarios